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Es tiempo de espetos de sardinas

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El espeto de sardinas es uno de los platos más emblemáticos de la Costa del Sol y una auténtica seña de identidad de la gastronomía malagueña. No hay experiencia más malagueña que disfrutarlo junto al mar, en cualquiera de los tradicionales chiringuitos repartidos por las playas del litoral.

El espeto es una forma ancestral de cocinar sardinas: entre cinco y seis piezas se ensartan en una caña de madera (de ahí el término «espetar») y se asan a fuego lento sobre brasas, generalmente alimentadas con leña de olivo. La preparación es simple pero sabrosa: solo sal gorda y, en algunos casos, un toque de aceite.

El espeto tiene sus raíces en el siglo XIX, en un momento en que Málaga vivía principalmente de la pesca. El Palo, hoy barrio de la capital, era entonces un pueblo marinero en pleno auge económico. Las sardinas eran un alimento abundante, nutritivo y asequible, lo que las convertía en el sustento básico de muchas familias.

La figura clave en esta tradición es Miguel Martínez Soler, conocido como “Migué de las Sardinas”. Él fue pionero en la técnica de espetar sardinas y abrió el primer establecimiento dedicado a ello: La Gran Parada. Este local no solo popularizó los espetos, sino que se considera el germen de los actuales chiringuitos.

La fama del espeto creció aún más cuando, según cuenta la historia, el rey Alfonso XII visitó el bar de Migué. Tras probar los espetos, recibió una recomendación memorable: comerlos con los dedos, nunca con cubiertos. Así nació también una tradición culinaria que se mantiene viva hasta hoy.

Aunque los espetos se pueden encontrar durante todo el año, los expertos recomiendan degustarlos durante los meses sin “r” en su nombre: mayo, junio, julio y agosto. Durante este periodo, la sardina alcanza su mejor punto de grasa y sabor, convirtiendo cada bocado en una delicia. Fuera de estos meses, el sabor puede variar, pero la experiencia sigue siendo única.

El secreto de un buen espeto está en la frescura y calidad del pescado y si está capturada en nuestro Mar de Alborán… ¡Mucho mejor! Una sardina fresca y lista para espetar debe tener ciertas características muy claras:

  • Ojos brillantes y saltones: Los ojos deben estar limpios y sobresalir ligeramente. Si están hundidos o apagados, no es una buena señal.
  • Piel plateada y firme: Las escamas deben brillar, estar bien adheridas y el cuerpo firme al tacto, nunca blando.
  • Olor a mar limpio: Deben desprender un aroma fresco, nunca fuerte ni desagradable. Un olor intenso es indicio de que no están en buen estado.
  • Branquias rosadas o rojas: Al levantarlas, deben mostrar un color intenso. Si están marrones o grises, la sardina no es fresca.
  • Carne elástica: Al presionarla ligeramente, la carne debe volver a su forma original rápidamente.

Elegir sardinas de calidad no solo garantiza un espeto delicioso, sino que también es un homenaje al producto local y a la tradición malagueña.

El espeto de sardinas es mucho más que una receta: es parte del alma malagueña. Disfrutarlo frente al mar, con los pies en la arena y una cerveza fría en la mano, es una experiencia que combina tradición, sencillez y sabor. Un verdadero rito del verano andaluz que todo visitante debería probar.

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