Bodegas Lunares, ubicada en Ronda, Málaga, nació en 2003 de la pasión de la familia Morales León por el mundo del vino. Este proyecto familiar, con Pedro Morales al frente, se inició con la adquisición de una parcela de cuatro hectáreas en la finca El Juncal, donde hoy se encuentra su bodega, que integra zonas de producción y envasado.
Pedro Morales, se reafirma en la tipicidad de los vinos de Ronda que están marcados por el terruño y la altura, así como por elaboraciones artesanales y unas producciones limitadas que se traducen en vinos sabrosos, con cuerpo y de mucha calidad. Recordemos que Pedro, además de dirigir la bodega, es presidente de la Asociación de Viticultores y Bodegueros de la Serranía de Ronda, creada en 2003 y en la que están representadas la mayoría de las bodegas de la zona.
La bodega desarrolla su trabajo entre dos fincas que definen la personalidad de sus vinos: Lunares y Ronda la Vieja, dos parajes muy distintos pero complementarios, unidos por la altitud, la amplitud térmica y unos suelos que exigen a la vid un esfuerzo que se refleja en la calidad de la uva.
La Finca Lunares, origen del nombre de la bodega, es la principal. Cuenta con 4 hectáreas y una altitud media de 890 metros, en un terreno irregular y sin apenas zonas llanas. Su nombre y el de algunos de los vinos provienen tanto de la altitud como de la cercanía de otra parcela llamada Altocielo. El suelo de Lunares es **franco-arenoso y muy pedregoso**, lo que obliga a las raíces a profundizar en busca de humedad. Las corrientes subterráneas de agua han favorecido ese desarrollo profundo durante los **16 años de vida** de las plantas, generando viñas equilibradas y de bajo rendimiento.
La segunda propiedad es la Finca Ronda la Vieja, situada junto a la ciudad romana de Acinipo, un enclave histórico que domina el paisaje. Con 6 hectáreas de viñedo y más de 1.000 metros de altitud, es el viñedo más alto de Ronda. La bodega la adquirió en 2012, cuando ya contaba con casi diez años de plantación. Su suelo es más árido y seco, con presencia de caliza en las primeras capas y una textura arenosa que favorece el drenaje. El clima aquí es marcadamente continental, con temperaturas más frías y mayor contraste entre estaciones.
En ambas fincas la pluviometría ronda los 490 mm anuales, y los veranos son secos, con días calurosos y noches frescas que pueden llegar a marcar 20 grados de diferencia. Esta oscilación térmica permite que la uva conserve una acidez notable, fundamental para elaborar vinos frescos y equilibrados. Los inviernos son fríos y lluviosos, mientras que la primavera y el otoño se presentan inestables y de temperaturas suaves.
La combinación de altitud, suelos pobres y clima extremo define el carácter de los vinos de la bodega: expresivos, con buena acidez y una marcada identidad serrana.