Esta variedad proviene de Egipto, por lo que también se denomina Moscatel de Alejandría, y fue introducida en Málaga por los fenicios sobre el año 1000 a.C. Y los griegos, romanos y árabes mantuvieron y mejoraron su cultivo.
Su explotación sigue siendo artesanal, ya que la vendimia se realiza de forma manual, y se carga en mulas para transportarla a los paseros, en donde se secan para convertirlas en pasas.
Si nos fijamos en su características organolépticas, posee buena textura, es jugosa, muy aromática, con notas florales y un dulzor complejo y característico, que no empalaga, ya que también posee cierto frescor. Además, tiene calcio magnesio, vitamina C, es antioxidante, y ayuda a regular el colesterol y a prevenir enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Se pueden consumir directamente, tras su recolección durante el final del verano, y es todo un regalo para degustar, ya sea postre o en platos como el ajoblanco, aunque una gran parte de su producción va destinada a la elaboración de pasas y vino.