Los mantecados de Antequera son uno de los dulces más emblemáticos de la repostería tradicional andaluza. Originarios de la ciudad de Antequera, en la provincia de Málaga, estos bocados se consumen especialmente en época navideña y forman parte de la identidad gastronómica local. Su nombre proviene de la “manteca”, ya que la base de su elaboración siempre ha sido la manteca de cerdo, que aporta la textura quebradiza y suave que los caracteriza. Su sabor delicado, su aroma a canela y su textura que se deshace en la boca han convertido a los mantecados en todo un símbolo de Antequera.
Los ingredientes de los mantecados son sencillos y reflejan la cocina de aprovechamiento de la que proceden: harina de trigo, manteca de cerdo, azúcar y, según la variedad, almendra, ajonjolí, canela, o incluso aceite de oliva virgen extra. Con el tiempo han surgido versiones más modernas con otros frutos secos como pistacho o nueces, o con cacao y vainilla. A pesar de estas variaciones, la receta tradicional se mantiene prácticamente intacta desde hace siglos, conservando su esencia artesanal.
La historia de los mantecados de Antequera se remonta al siglo XVI, cuando a raíz de un excedente de cereales y manteca de cerdo en la zona, las familias aprovecharon estos ingredientes para crear una masa dulce que se podía conservar durante semanas, lo que facilitó su consumo durante las fiestas. Con el tiempo, el mantecado se consolidó como un producto típico de Navidad muy apreciado.
Durante el siglo XIX, la llegada del ferrocarril impulsó la expansión comercial de los mantecados antequeranos, que comenzaron a distribuirse por toda España. Varias fábricas de la ciudad llegaron incluso a ser proveedoras de la Casa Real. Este desarrollo convirtió a Antequera en uno de los grandes centros productores de dulces navideños de Andalucía y de España.
Hoy en día, los mantecados siguen elaborándose en numerosos obradores artesanales y conventos de Antequera, especialmente en los meses previos a la Navidad. Entre las empresas más reconocidas se encuentran La Antequerana, fundada en 1888 en la calle Merecillas, y D. Sancho Melero, fundada en 1948, ambas dedicadas a mantener viva la receta tradicional, pero también encontramos productores artesanales como La Perla, San Pancracio o La Joya. En estos obradores se cuida la selección de materias primas y la cocción lenta para conservar la textura característica que los diferencia.
Lo que hace especiales a los mantecados de Antequera es su equilibrio entre sencillez y maestría. Su receta, transmitida de generación en generación, combina el saber tradicional con una técnica refinada que logra un dulce delicado y aromático. Además, su historia está profundamente ligada a la identidad cultural de la ciudad, convirtiéndolos en un producto patrimonial tanto como gastronómico.
En definitiva, los mantecados de Antequera son mucho más que un dulce navideño: son una herencia viva de la repostería andaluza, símbolo de tradición que conserva siglos de historia y el inconfundible sabor de una tierra que ha sabido mantener sus raíces sin renunciar a la excelencia.