Málaga produce más del 50% de los limones de Andalucía, sobre todo en el Valle del Guadalhorce, con más de 10.000 hectáreas dedicadas a cítricos, es decir, limones, naranjas y mandarinas.
El limonero es originario de Asia oriental y fue introducido en España por los árabes en el siglo XI, y en 1493 Colón lo introdujo en América. Las variedades más comunes de limón en Málaga son el “fino” y el “verna”. El primero es esférico u ovalado, de corteza fina y sin rugosidades, es muy jugoso, por lo que es perfecto para obtener zumo. El árbol es muy productivo y tiene espinas. El limón «verna» es de mayor tamaño, forma más irregular, con corteza gruesa y rugosa y su pulpa es menos jugosa, pero posee una acidez más contenida. La temporada del limón empieza en otoño y hasta verano puede seguir dando frutos.
En Málaga son tradicionales los limones “cascaruos”, llamados así por su cascara gruesa, pero son de la variedad “real”, y se cultivan en la vega del Guadalhorce y se recolectan en primavera. Son de extraordinario tamaño, de brillante color amarillo y una piel gruesa y ligeramente rugosa. Su sabor es menos ácido y con menos jugo que otras variedades, también lo llaman limón dulce y es utilizado para elaborar postres.
En la Semana Santa malagueña son tradicionales los puestos callejeros que ofrecen estos limones “cascarúos” en trozos, sin la piel amarilla, pero manteniendo la blanca y con un poco de sal por encima, a veces también bicarbonato, sin duda, un alimento que os recuerda a las populares bebidas isotónicas para deportistas.
A nivel nutricional el limón aporta una gran cantidad de vitamina C, además de B y E, potasio, magnesio, calcio, fósforo, cobre, cinc, hierro y manganeso. Es beneficioso para el sistema cardiovascular e inmunitario, el hígado, la vesícula o el intestino.