Este dulce que se consume típicamente en Navidad es un ejemplo de lo que se denomina ‘frutas de sartén’ -masas ligeras que se fríen en aceite y se comen de postre- y que es típico en Málaga. Los borrachuelos tienen una formulación en su receta similar al clásico pestiño que se toma en Semana Santa.
Aunque este dulce se le atribuye a buena parte de la geografía andaluza, es cierto que en Málaga posee una gran relevancia ya que es muy fácil de encontrar en confiterías y reposterías de barrio de los municipios de la provincia.
Su receta no tiene misterios, es una masa de harina de trigo, vino dulce y anís -de ahí su nombre de borrachuelo-, ajonjolí, aceite de oliva virgen extra, azúcar, naranja y canela que se fríe en abundante aceite y se rellena con cabello de ángel para acabarlo emborrizado en miel o azúcar. También hay quien apuesta por otro tubérculo propio de la Axarquía como es la batata en crema.
Sea como fuere, este postre es antiquísimo por sus ingredientes y se tiene constancia de forma más reciente que fuera nombrado por el escritor malagueño Serafín Estébanez Calderón en 1846 en su obra ‘Escenas Andaluzas’:
“En algunas de éstas, sobre trébedes de hierro y en anafes muy pintados, se levantaba el goloso aparato de los pestiños, borrachuelos y buñuelos, viéndose aquí hervir el aceite como si fuese oro líquido, saltar y estallar allí la masa somorgujándose y bañándose después por los estanques de miel viva y rubia, y que todo después, en salvilla rústica, pero limpia, sevillana, iba a llenar los ámbitos de la mesa.”