La fritura malagueña es, por excelencia, el plato más reconocido de la gastronomía de la Costa del Sol. Esta fuente variada de piezas de pescado frito es actualmente reclamo de turistas y visitantes y la opción habitual en las casas malagueñas.
La tradición pesquera de la Bahía de Málaga ha hecho que se mantuviera un plato del que ya se recogiera vestigios en el siglo XIII, en la cocina de al-Andalus. Un manuscrito anónimo que fue traducido y publicado en 1966 por el arabista Ambrosio Huici Miranda.
Se trata de un sencillo plato que se compone en base a lo que el marengo trae ese día del mar. Pese a que suelen estar representados pescados de tamaño pequeño o mediano, lo cierto es que sus versiones pueden contener piezas más grandes de pescado troceados como los calamares.
Sin embargo, cualquier fritura malagueña que se precie debe contener los clásicos boquerones victorianos, los salmonetes, las bacaladillas, los chanquetes o los calamares fritos. Otras variantes, ya que no tiene ingredientes fijos, pueden tener jureles, pintarroja o cazón en adobo, entre otros manjares marineros.