Este suculento y sabroso plato es un básico de la cocina malagueña y un imprescindible entre los entrantes de cualquier carta de un restaurante. Llama la atención, sin embargo, que la extensa popularidad de este plato tanto en la provincia como fuera sea tan reciente, data de finales de la década de los 80.
El consumo de berenjena en nuestra tierra viene de la época árabe y ya se recogía su cultivo y consumo en calendarios agrícolas cono el de Abu Zacaria, agrónomo andalusí. Sin embargo, esta verdura que tan mala fana tenía por médicos de la época y que se pasó a pensamientos cristianos, fue esquiva para la cocina judía y morisca.
De forma paralela, la caña de azúcar también fue introducida en la península Ibérica por los árabes y su cultivo se extendió por Málaga y Granada. De ahí se extrae el jugo que da nombre a la miel de caña y que en Frigiliana se realiza desde 1725.
Pero el artífice de unir estos gloriosos productos tal y como lo conocemos hoy, ya que hay variantes de la receta en Granada, fue el fundador de La Carta Malacitana, cocinero, profesor y gastrónomo Manolo Maeso, quien inventó en 1988 las berenjenas fritas con miel de caña con un rebozado suflado que recuerda a un buñuelo, que servía en su restaurante el Cortijo de Manuela, y que también tuvo en carta en el mítico Café de Ópera.
Por aquella época Manuel Calvo, actual cocinero del Mesón Astorga trabajaba con Maeso y aprendió a preparar las berenjenas con miel de caña. Cuando el local cerró y éste abrió el actual mesón Astorga con su hermano Pepe, introdujeron dicho plato con permiso del autor, quienes lo catapultaron a la fama.