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Paco el Churretero

Cocinero

Jefe de sala

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Paco el Churretero se encuentra en la playa de Burriana, en Nerja, y su historia comienza en 1967, cuando el abuelo Paco estableció un modesto chiringuito en la misma ubicación. Aquel emprendimiento familiar evolucionó con el tiempo y, en 2017, Abel Cecilia y su cuñado Daniel asumieron el control, transformándolo en un restaurante que pone el foco en las brasas y en un legado que lleva el nombre del fundador. Lo que empezó como un punto de encuentro sencillo en la arena se ha convertido en un lugar que combina tradición y una propuesta gastronómica más elaborada.

 

La filosofía del restaurante es directa: destacar la calidad del producto sin necesidad de artificios. La carne es el eje central, tratada con respeto y cocinada a la brasa para realzar su sabor natural. Junto a ella, se incorporan ingredientes frescos de la región, enraizados en el carácter mediterráneo de la Axarquía. No hay lugar para excesos decorativos ni complejidades innecesarias; aquí se busca que el comensal encuentre satisfacción en la esencia de lo que se sirve.

Restaurante Paco Churretero Nerja carne

Restaurante Paco Churretero Nerja carne 2

Restaurante Paco Churretero Nerja sala

paco el churretero destacado

 

 

 

 

 

La oferta gastronómica es amplia y está pensada para quienes valoran la materia prima. En el apartado de carnes, la carta presenta opciones como la Rubia Gallega, conocida por su terneza y sabor profundo, el Wagyu, que destaca por su textura marmoleada y jugosidad, y el buey, con un gusto intenso que remite a la tradición ganadera. Estas carnes llegan a la mesa cortadas y acompañadas de una plancha caliente, permitiendo al comensal ajustar el punto de cocción a su preferencia. Además, hay cortes como el entrecot y la chuleta de vaca vieja, que refuerzan la apuesta por piezas maduradas y de calidad superior.

 

No todo se reduce a la carne. Los pescados frescos, provenientes de las costas cercanas, varían según la captura del día y se preparan con sencillez para preservar su frescura: lubina, dorada o pargo suelen estar entre las opciones. Entre las entradas, las croquetas de cecina ofrecen un bocado cremoso con el toque ahumado de la carne curada, mientras que la ensaladilla rusa, clásica y bien ejecutada, apela a la memoria de los sabores caseros. Los huevos rotos con setas combinan la suavidad del huevo con el aroma terroso de los hongos, y el “pañuelo de foie” —una lámina de foie con queso cremoso, manzana y un hilo de miel— aporta un contraste equilibrado entre lo dulce y lo salado. También hay ensaladas frescas con productos de temporada y algún guiño a la cocina local, como el ajoblanco, cuando el tiempo lo permite.

 

La bodega acompaña con una selección de vinos que incluye referencias malagueñas, como los tintos de la Sierra de Málaga o los blancos frescos de la región, junto a etiquetas nacionales de prestigio. Para cerrar, los postres son caseros y sin pretensiones: tarta de queso cremosa, flan de huevo con su punto justo de dulzor o un bizcocho de chocolate que satisface sin empalagar.

 

El restaurante destaca especialmente por su manejo de la brasa, que eleva la carne a un nivel sobresaliente, y por su compromiso con el producto local, lo que le ha valido el sello Sabor a Málaga, único en Nerja. El ambiente es funcional, con vistas al mar que aportan calma, y el servicio se mantiene atento pero sin excesos.

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